Durante años, un misterioso pie fósil de 3,4 millones de años encontrado en Etiopía desconcertó a los antropólogos. El pie, apodado “pie de Burtele”, poseía un dedo de agarre adaptado para trepar, a diferencia de los pies arqueados del Australopithecus afarensis, la especie conocida como “Lucy”, que caminaba erguido. Ahora, un equipo de investigadores ha vinculado definitivamente el pie con otra especie de homínido, Australopithecus deyiremeda, demostrando que no todos los primeros ancestros humanos evolucionaban siguiendo un único camino.
Coexistencia confirmada: dos especies en la misma época
El descubrimiento resuelve un debate de larga data. En 2015, los científicos propusieron inicialmente la existencia de A. deyiremeda se basó en fragmentos de mandíbula, pero faltaban pruebas concluyentes. La nueva investigación, publicada en Nature, presenta fósiles adicionales del mismo yacimiento de Woranso-Mille en Etiopía: fragmentos de pelvis, un cráneo y una mandíbula con 12 dientes. Estos fósiles, analizados en cuanto a forma y hábitos alimentarios, confirman que A. deyiremeda coexistió con la especie de Lucy al mismo tiempo y en la misma región.
Adaptaciones divergentes: árboles versus pastizales
La diferencia clave entre las dos especies radica en sus estilos de vida. A. deyiremeda parece haber sido un homínido más arbóreo, prefiriendo una dieta de árboles, arbustos, frutas y hojas. La estructura de su pie, con dedos largos y curvos y huesos flexibles, indica una gran capacidad para trepar y agarrarse de ramas. La especie de Lucy, A. afarensis, era más adecuado para caminar erguido en entornos mixtos de bosques y pastizales. Esto sugiere que la evolución temprana de los homínidos no se trató de una progresión única hacia el bipedalismo, sino más bien de una exploración ramificada de diferentes estrategias de supervivencia.
Experimentos evolutivos: no todos los antepasados caminaban erguidos
La confirmación de A. deyiremeda desafía la idea de la evolución humana lineal. La existencia de dos especies de homínidos distintas en el mismo tiempo y lugar muestra que los primeros humanos experimentaban con diferentes formas de moverse y sobrevivir.
“Se trata de un modo de locomoción único que fue objeto de diversos experimentos a lo largo de la evolución humana hasta la aparición del Homo “, afirma el coautor del estudio Yohannes Haile-Selassie.
Este hallazgo añade complejidad a nuestra comprensión de cómo los humanos evolucionaron para caminar erguidos y refuerza la idea de que múltiples especies de homínidos estaban explorando diferentes adaptaciones simultáneamente. El debate no ha terminado, pero la nueva evidencia fortalece los argumentos a favor de A. deyiremeda como especie válida.
El descubrimiento subraya que la evolución humana temprana no fue una línea recta, sino un proceso complejo y desordenado de adaptación y diversificación.

















